Antonios: deportados #4443 y #45701

Antonio Hernández, #deportado4443, y Antonio Borau, #deportado45701, compartieron esclavitud y torturas en el Campo de Concentración Nazi de Mauthausen.

El 8 de mayo finalizó con un epílogo la cuenta de twitter de #deportado4443. Con ella el periodista Carlos Hernández, sobrino del Antonio Hernández el deportado protagonista de esta historia, hace un homenaje a todos los españoles que sufrieron el horror nazi, y da a conocer su historia porque desgraciadamente, aún es muy desconocida en nuestro país.

El epílogo conduce a la web deportados.es

En esta página web se ha puesto material sobre los deportados españoles, algunos fueron entrevistados por Carlos Hernández y su mujer, Concha Esquinas, el año pasado. Y cada día se va aumentando porque hay familiares de otros ya fallecidos, que han querido que se incluya su historia en la web. También hay entrevistas, datos, fotografías…. Es un espacio de recuerdo y homenaje a todos ellos.
Carlos Hernández, publicó a principios de año el libro «Los últimos españoles de Mauthausen».
Carlos y Concha acaban de terminar un viaje por Francia para visitar a los deportados a los que entrevistaron el año pasado.
Junto al #deportado4443 vivió aquella terrible pesadilla mi tío-abuelo, el #deportado 45701, otro Antonio. Esta vez aragonés , Antonio Borau, republicano que fue internado en el Campo de Concentración donde trabajaban como esclavos de la mañana a la noche, se les torturaba y se les hacían «experimentos médicos».
Los dos Antonios, el murciano y el aragonés se conocieron en el campo tras un tiempo de compartir torturas. Tal era el número de hacinamiento, las jornadas interminables, los maltratos, que contra los que muchos piensan los españoles no se conocían todos hasta que no coincidían en algo terrible. Varuios españoles se hicieron «Amigos a través del tifus», liberados y compañeros también en Ivry tras la liberación.
Un anciano Jean Estivill, hijo de otro deportado a Mauthausen, que les conoció y convivió con ellos allí siendo un niño. Nos ha contado:

“Vivían en Paul Vaillant Couturier. Es una calle de Ivry, donde había un hotel. Yo iba los domingos a ver a los amigos de mi padre, y ellos estaban allí”. Iban cada domingo y se los liberados se reunían en un café de la zona.

El «pequeño» Jean cuenta que cuando los deportados hablaban entre ellos, lo contaban todo con humor, no como una tragedia. Contaban las cosas riéndose. Siempre hablaban de los campos, en plural.

«Los tres amigos lo eran (Hernández, Arbues y Borau), porque habían cogido el tifus juntos. Vinieron en julio de 1945, pasaron dos meses en la enfermería. Los cuatro años anteriores no se habían visto».

10982881_1122949524387355_3355624739291926328_nEsos tres deportados vivían en Paul Vaillant Couturier.

Los deportados vivían en hoteles, que se pagaban al mes, sin confort ninguno. Un desastre.

11264030_1122949484387359_3131228460853191433_n

Mi tio-abuelo conoció a Lucia, asturiana hermana de mi abuela, Antonio Borau, ambos vivieron y fallecieron en Pau.

Al igual que me cuentan Concha Esquinas y Carlos Hernández, como su tio Antonio Hernández, mi tio Antonio Borau volvieron en contadas ocasiones a España. Aquella España franquista era un pais que ninguno reconocia.

Cerca de Pau aún vive Virgilio Peña, otro deportado, gran amigo de mi tio-abuelo Antonio Borau. Es un hombre encantador y luchador, y ya tiene 101 años, pero una cabeza perfecta!

Yo recuerdo a mi tio-abuelo Antonio Borau como un hombre callado, un hombre discreto en las maneras, pero un hombre de acción. No como la acción que vemos ahora en las películas, quizás vivió mucha de esa en su vida, pero cuando yo le conocí era de acción firme y callada. Quizás el campo de Mauthausen les hizo ser así.
GRACIAS AL PERIODISTA CARLOS HERNÁNDEZ Y A SU ESPOSA CONCHA ESQUINAS POR COMPARTIR CONMIGO PARTES DE LA HISTORIA QUE NO CONOCIA.